viernes, 23 de agosto de 2013

Ese aroma de tu cocina...

Imagen obtenida de www.fernandokatz.blogspot.com

En medio de mi callejeo laboral me topo contigo a boca de jarro igual que el otro día. "Me salí hasta en la sopa", me dices, y te abrazo fuerte. Llevas una bolsa llena de ingredientes, me cuentas que vas a cocinar donde tu hermana, que tiene mucho trabajo con los bebés. Me quedo pensando...qué lindo todo eso, qué suerte para las dos.
El día jueves resulta exquisito llegar aunque sea tarde a la casa. Siempre hay un olorcito que sale de la cocina. Por aquí anduvo usted, merodeando, sacando las ollas que no se usan tanto, parecen reliquias. Hizo dos platillos diferentes, en cantidad suficiente para el regimiento que habita esta casa. Todos tenemos tema aquí con las delicias que prepara.
Recuerdo que hace unos años, antes de marcharte a otro país, te tuve en mi casa. Nunca olvidaré el día en que culminó un semestre. Entré por la puerta, rápidamente me quitaste el bolso cargado de libros y me hiciste acostar en el sofá, me tapaste, me prendiste la tele y me diste un jarro grande de té. 
Qué increíble me parece que hoy el olor de tu cocina sea un bien tan escaso. Quién necesita diamantes y perlas...un plato humeante de comida hecha en casa, ¡éso sí que es lujo! Tu plato que has preparado es un verdadero milagro ante mis ojos que lo vienen devorando de antes, de sólo pensar que tu presencia no nos puede dar lo mismo. 
Esa voluntad para poner manos a la obra en la cocina no la he ejercitado últimamente. Mis tiempos se llenan de otros trabajos donde también habito. Pero no estoy ciega ni sorda como para no apreciar el sonido de tu trajín que circula por la casa cuando estás pelando las papas, cuando vienes de comprar los huevos, cuando parloteas picando tus vegetales clásicos para hacer ese pino que es la base y el sello de tu sazón. Ése es tu timbre que nos dejas, nadie lo puede repetir. La comida que haces tiene tu firma, ese olor sólo sale cuando tú revuelves la olla y multiplicas los alimentos hasta saciar a todos los hambrientos que amas e incluso hacer que sobre para convidar a los que viven lejos, pero que tienen una gran fe.
Me dispongo a sentarme a la mesa, en este momento los otros no están, pero no estoy sola. Quiero agradecer a Aquel que te inspira y te trae hasta aquí cada vez... con ese aroma de tu cocina.




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Sería más fácil callarlo...

...pero sería lo más mezquino también. Me he topado con el referente más alto de amor que conozco... ¿cómo se entiende el amor sin compartirlo?