miércoles, 13 de octubre de 2010

"Tiempo de llorar, tiempo de reir...


...todo tiene su tiempo debajo del sol". Llorar y reir, ambas cosas. Siempre esperamos o privilegiamos una por sobre la otra. Queremos reir siempre, buscamos algo que se llama "felicidad", nos motivan los premios, las luces al final del túnel, y así todo el trayecto antes de llegar al galardón, a la luz del final, lo pasamos muy negro. Unos lo vivimos negando la pena, sonriendo como sea, otros lloran sus desgracias en toda ocasión. Pero el punto es que hay un día de pena. Los hay de alegría, y esos los buscamos siempre, pero los días de duelo, de tristeza, vendrán igual, aunque les hagamos el quite.
Un amigo mío dice "debes vivir sin expectativas, es la única forma de no decepcionarse nunca y ampliar las posibilidades de resistir ante las fallas de los demás". Mi amigo es un hombre muy sabio, yo le creo. Pero ahora me toca discrepar con él. No pues, amigo. Hay días en que lo único que toca hacer es llorar con ganas, de desilusión, de rabia, porque me involucré en la cuestión. Elijo involucrarme hasta las patas. Elijo esperar cosas. Porque si no espero nada, no sueño nunca, no libro ninguna batalla, voy a estar como aquellos que tratan de anestesiar su conciencia en un OMMMMMM infinito, a veces más cómodo que ser tildado de rebelde, o irse preso, o recibir insultos por creer en algo, por participar en la "bajeza" de querer algo con todo el corazón. No se puede vivir así. ¡NO SE PUEDE NI SE DEBE! Hay que reir y llorar, hay que enojarse y aburrirse y hartarse también. Hay que esperar, anhelar, querer, desear; no sólo recibir, obtener, estar saciado... "tranquilo"...
Hay un día para todo. He intentado hacer eso que dice mi amigo, eso de "ampliar las posibilidades de que me fallen"... Puedo perdonar ahora, de hecho, es lo primero que intento hacer ante las ofensas, son años de escuchar a mi Maestro decir "da la otra mejilla"... pero antes de darla, voy a llorar, Dios me da un día para eso también. No me voy a anestesiar más. Y me voy a decepcionar muchas veces de la gente porque voy a insistir en esperar lo mejor de ella. Y me voy a desencantar de las personas porque voy a creer en su grandeza SIEMPRE. A todos los admiraré por algo, y todos me fallarán, pero no importa: total, hay días para llorar. Y me involucraré y soñaré con las cosas que quiero lograr, cuando todos elijan decir "¡qué importa!", encogiendo los hombros para fingir "fortaleza". Y me voy a enrabiar y tendré que tener pañuelos porque la frustración me hará llorar, se puede hacer, todo eso se puede hacer... Voy a considerar que mis papeles estarán ajados ese día, y no podré correr tanto como lo quise porque tuve que detenerme un poco a pasar la pena. Ocuparé el tiempo de llorar con más calma y espacio. ¿No se toma la gente días administrativos? Bueno, consideraré que existe el día lloroso. Y si justo la ocasión no es apropiada, y debo guardar la compostura si alguien me pregunta "¿estás llorando?", no le pienso echar la culpa a la alergia, le diré sí, éste es un momento triste, nada más, lo estoy pasando.
Hay UNO que sabe lo que digo, ése seguro llorará conmigo. Y al final, también reiremos los dos. Esa risa será la mejor de todas las risas.

viernes, 1 de octubre de 2010

Por qué las cosas se atraviesan


Porque estamos claros que no resulta todo a la primera, ¿cierto? Y a veces, ni a le segunda, ni a la tercera, ni a la cuarta... ¿O acaso no nos pasa que cuando queremos permanecer unidos y en paz, peleamos todo el día, sin entender cómo llegamos a las discusiones y a la rabia? ¿O cuando queremos cuidarnos la salud, hacemos cosas estúpidas como comernos todo el refri de una, o salir desabrigados justo el día en que corre viento?... mmm, que extraño. Intentamos justificar diciendo "leyes de Murphy". Bueno, sí, ese es un nombre para darle a la corriente que nos choca cuando decidimos darle una dirección a nuestras vidas. Más bien parece una justificación un tanto pesimista e impersonal, últimamente nos acomoda tanto lo impersonal..como Joda, hablar de "la fuerza", "la vibra", "la energía"... Con tal de no culpar a nadie...será entonces una impersonal piedra con la que hemos de tropezar.
La explicación que nos damos los cristianos bíblicos es "la Caída". Momento en que Adán y Eva deciden darle la espalda a Dios tomando las riendas de sus vidas sin considerar más a Quien los hizo, quien era Su Amigo, con quienes compartían en compañerismo, hablando a la luz del día en el Edén. Ya saben la historia, de todo lo que tenían para comer en el jardín, justo les dio con el único árbol del que no podían comer. ¿Resultado? También es conocido: enemistad con Dios, expulsión del huerto del Edén. ¿Eso no más? Bueno, enemistad con Dios implica tantas cosas. Es alienación pura. Se separa el hombre de Dios, se rebela en vez de amarlo. Se aleja Dios del hombre, sin desampararlo, pero el Dios santo se aleja tristemente de quien lo rechaza. Se separa el hombre de su prójimo, le es difícil amar hasta dar la otra mejilla, perdonar, y todas esas cosas difíciles que nada tienen que ver con las mariposas en la guatita que llamamos melosamente "amor". Se separa el hombre de sí mismo, no se entiende, enloquece, tira licencia, dice que se enfermó para no ir a juntarse con sus amigos, se emborracha cuando había prometido no hacerlo nunca más. Mata a los que ama, viola a sus propios hijos, o en el mejor de los casos, les da rigor autoritario para educarlos ("un día me lo gradecerán, cabros de porquería") o les pone el veneno cerca diciendo que "los está mimando". Se separa de la naturaleza, abusa de ella como si no fuera su hogar, simplemente cierra los ojos y tira la mugre al océano, que se jodan los peces y los ríos, total, hace rato que no va a la playa ni come pescado. La naturaleza se separa de él, le tiemblan los cimientos, se salen los mares y los ríos, lo bello se torna adversario. Esa es la Caída, ¿lo ven? Más allá de si el fruto era manzana o pera, más allá de que lo crean o no, hay una explicación por la cual entendemos porqué todo lo que en un principio era para unirse, tiende a separarse.
Por eso el tema de este blog habla de mi esperanza, el amor de Jesús, el amor de Dios, que nos reconcilia consigo mismo (el pastor que va a buscar a la oveja perdida), que nos reconcilia entre nosotros, que nos reconcilia con el cielo y la tierra, que llama a las tempestades y las calma, que dice a las enfermedades "fuera de este cuerpo" y éstas se van. Por eso digo "Mayor es mi esperanza, mayor fue su Amor", más grande que mis pleitos y enemistades con mi Creador, con mis hermanos, conmigo misma, con mi tierra.

Sería más fácil callarlo...

...pero sería lo más mezquino también. Me he topado con el referente más alto de amor que conozco... ¿cómo se entiende el amor sin compartirlo?