Porque estamos claros que no resulta todo a la primera, ¿cierto? Y a veces, ni a le segunda, ni a la tercera, ni a la cuarta... ¿O acaso no nos pasa que cuando queremos permanecer unidos y en paz, peleamos todo el día, sin entender cómo llegamos a las discusiones y a la rabia? ¿O cuando queremos cuidarnos la salud, hacemos cosas estúpidas como comernos todo el refri de una, o salir desabrigados justo el día en que corre viento?... mmm, que extraño. Intentamos justificar diciendo "leyes de Murphy". Bueno, sí, ese es un nombre para darle a la corriente que nos choca cuando decidimos darle una dirección a nuestras vidas. Más bien parece una justificación un tanto pesimista e impersonal, últimamente nos acomoda tanto lo impersonal..como Joda, hablar de "la fuerza", "la vibra", "la energía"... Con tal de no culpar a nadie...será entonces una impersonal piedra con la que hemos de tropezar.
La explicación que nos damos los cristianos bíblicos es "la Caída". Momento en que Adán y Eva deciden darle la espalda a Dios tomando las riendas de sus vidas sin considerar más a Quien los hizo, quien era Su Amigo, con quienes compartían en compañerismo, hablando a la luz del día en el Edén. Ya saben la historia, de todo lo que tenían para comer en el jardín, justo les dio con el único árbol del que no podían comer. ¿Resultado? También es conocido: enemistad con Dios, expulsión del huerto del Edén. ¿Eso no más? Bueno, enemistad con Dios implica tantas cosas. Es alienación pura. Se separa el hombre de Dios, se rebela en vez de amarlo. Se aleja Dios del hombre, sin desampararlo, pero el Dios santo se aleja tristemente de quien lo rechaza. Se separa el hombre de su prójimo, le es difícil amar hasta dar la otra mejilla, perdonar, y todas esas cosas difíciles que nada tienen que ver con las mariposas en la guatita que llamamos melosamente "amor". Se separa el hombre de sí mismo, no se entiende, enloquece, tira licencia, dice que se enfermó para no ir a juntarse con sus amigos, se emborracha cuando había prometido no hacerlo nunca más. Mata a los que ama, viola a sus propios hijos, o en el mejor de los casos, les da rigor autoritario para educarlos ("un día me lo gradecerán, cabros de porquería") o les pone el veneno cerca diciendo que "los está mimando". Se separa de la naturaleza, abusa de ella como si no fuera su hogar, simplemente cierra los ojos y tira la mugre al océano, que se jodan los peces y los ríos, total, hace rato que no va a la playa ni come pescado. La naturaleza se separa de él, le tiemblan los cimientos, se salen los mares y los ríos, lo bello se torna adversario. Esa es la Caída, ¿lo ven? Más allá de si el fruto era manzana o pera, más allá de que lo crean o no, hay una explicación por la cual entendemos porqué todo lo que en un principio era para unirse, tiende a separarse.
Por eso el tema de este blog habla de mi esperanza, el amor de Jesús, el amor de Dios, que nos reconcilia consigo mismo (el pastor que va a buscar a la oveja perdida), que nos reconcilia entre nosotros, que nos reconcilia con el cielo y la tierra, que llama a las tempestades y las calma, que dice a las enfermedades "fuera de este cuerpo" y éstas se van. Por eso digo "Mayor es mi esperanza, mayor fue su Amor", más grande que mis pleitos y enemistades con mi Creador, con mis hermanos, conmigo misma, con mi tierra.
La explicación que nos damos los cristianos bíblicos es "la Caída". Momento en que Adán y Eva deciden darle la espalda a Dios tomando las riendas de sus vidas sin considerar más a Quien los hizo, quien era Su Amigo, con quienes compartían en compañerismo, hablando a la luz del día en el Edén. Ya saben la historia, de todo lo que tenían para comer en el jardín, justo les dio con el único árbol del que no podían comer. ¿Resultado? También es conocido: enemistad con Dios, expulsión del huerto del Edén. ¿Eso no más? Bueno, enemistad con Dios implica tantas cosas. Es alienación pura. Se separa el hombre de Dios, se rebela en vez de amarlo. Se aleja Dios del hombre, sin desampararlo, pero el Dios santo se aleja tristemente de quien lo rechaza. Se separa el hombre de su prójimo, le es difícil amar hasta dar la otra mejilla, perdonar, y todas esas cosas difíciles que nada tienen que ver con las mariposas en la guatita que llamamos melosamente "amor". Se separa el hombre de sí mismo, no se entiende, enloquece, tira licencia, dice que se enfermó para no ir a juntarse con sus amigos, se emborracha cuando había prometido no hacerlo nunca más. Mata a los que ama, viola a sus propios hijos, o en el mejor de los casos, les da rigor autoritario para educarlos ("un día me lo gradecerán, cabros de porquería") o les pone el veneno cerca diciendo que "los está mimando". Se separa de la naturaleza, abusa de ella como si no fuera su hogar, simplemente cierra los ojos y tira la mugre al océano, que se jodan los peces y los ríos, total, hace rato que no va a la playa ni come pescado. La naturaleza se separa de él, le tiemblan los cimientos, se salen los mares y los ríos, lo bello se torna adversario. Esa es la Caída, ¿lo ven? Más allá de si el fruto era manzana o pera, más allá de que lo crean o no, hay una explicación por la cual entendemos porqué todo lo que en un principio era para unirse, tiende a separarse.
Por eso el tema de este blog habla de mi esperanza, el amor de Jesús, el amor de Dios, que nos reconcilia consigo mismo (el pastor que va a buscar a la oveja perdida), que nos reconcilia entre nosotros, que nos reconcilia con el cielo y la tierra, que llama a las tempestades y las calma, que dice a las enfermedades "fuera de este cuerpo" y éstas se van. Por eso digo "Mayor es mi esperanza, mayor fue su Amor", más grande que mis pleitos y enemistades con mi Creador, con mis hermanos, conmigo misma, con mi tierra.
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