Te sientas en silencio con cara de nada. Te pregunto qué pasa, y me dices lo que ya me esperaba: "nada".
La verdad ya la sabemos, te pasan muchas cosas: tienes rabia, pena, frustración, hastío, todo mezclado. Pero no dirás una palabra porque temes que te salga mal, no quieres que te critiquen por decir las cosas al pan, pan y al vino, vino.
Y no hay nada de malo en que lo hicieras, si no fuera porque se te apretan los dientes, se rigidiza tu cara, te hierve la sangre y te sale el tonito rencoroso ése, que aunque trates de endulzar la voz...el efecto es peor.
No vas a hablar porque no crees que las cosas cambien. "Están todos locos" dices, te parece un caso perdido.
No te queda otra que volver la siguiente semana, a seguir aguantando. Te sentarás nuevamente en silencio con cara de nada. Te preguntaré qué pasa, y aunque me temo harás lo de siempre, creeré en tu respuesta diferente...si tan sólo dijeras "me pasa algo..."
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