jueves, 27 de agosto de 2009

¿Una conversación entre Jesús y Hitler?

Quisiera comentar el libro "El Cordero y el Führer", del apologista cristiano Ravi Zacharías. Al igual que otro libro que mencioné anteriormente, que trataba de un diálogo ficticio entre Jesús y Buda, el presente libro muestra la posible conversación de Adolfo Hitler nada menos que con Jesús, luego del suicidio del Führer al interior de su bunker.
El libro comienza con dos amigos que entran en escena al finalizar la Segunda Guerra Mundial, entre las ruinas del Tercer Reich. En su conversación comienzan a recrear lo que fue el juicio de Nurimberg, hasta llegar al búnker en que Hitler se esconde para impedir su captura por parte de los rusos. Una vez que Adolfo se quita la vida junto a su esposa, entra en escena Jesús, y luego el pastor Dietrich Bonhoeffer, a quien Hitler mandó a ahorcar cuando descubrió que conspiraba contra él.
La conversación toca los opuestos puntos de vista en temas como el uso de la violencia a la luz del valor de la vida humana, la búsqueda del hombre de la unidad en medio de la diversidad, el precio de las relaciones, el amor y el perdón.
Resulta especialmente exquisito el tratamiento que se hace al tema de la conciencia humana, cuán honesta es realmente la búsqueda de la verdad por parte del ser humano, el egoísmo como motivación idealista y la ceguera frente a la verdad sin caretas.

A continuación les refiero un extracto de la conversación:
Hitler: La interrelación nunca fue importante para mí.
Jesús: Quiero que me escuches claramente, Adolfo, porque has dicho la verdad. Te dije que Dios es un ser de interrelación, una relación inviolable. Pero, llegó el momento cuando fui enviado por mi Padre para poner mi vida en la cruz que tú tan a menudo viste. ¿Sabes lo que significó?
Hitler: Nunca lo he entendido.
Jesús: Ni lo intentaste. En aquella cruz, lo que era eternamente inviolable-mi relación con el Padre-se vio violada por el pecado y yo clamé al sentirme abandonado. Si lees a mi salmista David, él te dirá que mi separación fue para demostrar lo que hace el pecado. Rompe la relación con lo que es más sagrado. Si atacaste la imagen de Dios externamente fue porque internamente eras un hombre muerto a Dios. Tienes razón cuando dices que no te interesaba la interrealción porque rechazaste a quien te creó para que la tuvieras. En lugar de eso, llegaste a ser destructor de vidas.
Hitler: Yo viví para la posesión, no para la interrelación.
Jesús: De nuevo, no estabas solo en eso. Esa es la condición de todo corazón humano, Adolfo. Todos aspiran a ser dueños de algo: dueños de ellos mismos, dueños de bienes materiales, dueños de poder y dueños de su propio destino.
Hitler: ¿Y qué tiene eso de malo?
Jesús: No estás escuchando.
Bonhoeffer: Nunca supo escuchar y ahora que no tiene alternativa, está luchando con una realidad que nunca ha visto. Lo puedo ver reflejado en su rostro, Herr Hitler. Interiormente está aterrorizado, pero nunca lo va a confesar.
Hitler: No lo estoy enteramente todavía. No me rendí mientras estuve vivo, ¿por qué habría de rendirme ahora?
Jesús: Lo harás al final, pero escucha. Dios no te hizo para la posesión, él te hizo para que te rindieras.
Hitler: Supongo que quieres decir que...
Jesús: Estoy tratando de guiarte paso a paso. Él te hizo, Adolfo, para que te rindieras primeramente a mí. Tú no te perteneces. Incluso en la guerra que estabas perdiendo, no estaba en ti rendirte. Y al tratar de ser dueño de todo, lo perdiste todo. Nunca podrás ser dueño de nada sin deshacerte de algo primero. Nunca desembolsarás algo sin intercambiar, disminuir o acrecentar valores... Te noto muy callado, Adolfo. ¿Por qué?
Hitler: Estoy pensando.
Jesús: Sigue pensando. Yo puedo esperar.
Hitler: ¿Uno nunca gasta sin intercambiar, disminuir o aumentar?
Jesús: Sí. Y la vida es de un valor esencial.
Hitler: Eso es donde yo creo... que es donde mis definiciones se apartan de las tuyas.
Jesús: Esa es exactamente la verdad. Tú redujiste el valor de la vida humana a nada más que simple materia que se interponía en tu camino.
Hitler: Los filósofos cambiaron la definición tuya de la vida. La ciencia probó que estabas equivocado. Es decir, Darwin nos dijo que estábamos aquí por un simple accidente de átomos. Por cierto, yo presenté a Stalin y a Mussolini las obras de mi compatriota Nietzsche. Me sentí orgulloso de que mi compatriota hubiera filosofado sobre esta teoría.
Jesús: Creíste una mentira.
Hitler: Bueno, recuerdo lo que dijo Nietzsche sobre la igualdad, que todo este asunto de que los seres humanos son iguales es una mentira urdida por un inferior. Recuerdo sus palabras exactas: "La auténtica verdad sobre "la verdad objetiva" es que ésta última es una ficción. La verdad debe expresarse primero mediante el lenguaje, y el lenguaje es notoriamente incapaz de conducirnos a la realidad".
Jesús: Eso no fue todo lo que dijo.
Hitler: Lo sé. Además dijo: "Las palabras, como un salón de espejos, reflejan solo al que se mira y en último término apunta las condiciones de sus usuarios, sin haber establecido nada sobre la forma en que las cosas realmente son". Luego agregó esto: "Verdad es el nombre que damos a lo que concuerda con nuestras preferencias instintivas".
Jesús: Todavía, eso no fue todo lo que dijo.
Hitler: Entonces dilo tú.
Jesús: Él finalizó diciendo: "Todavía soy tan piadoso que aun adoro en el altar donde el nombre de Dios es Verdad". Adolfo, él sabía que su mentira no se podía vivir por lo que trató de pasar de contrabando la verdad para sobrevivir. ¡No en balde se volvió loco! Nietzsche conocía lo que significaba reducir la vida humana a materia y para aumentar su propio valor se vio forzado a aferrarse a la "verdad" alterna según la cual algunos tienen más valor que otros. ¿Me has escuchado?
Hitler: Por favor explícame lo que estás diciendo.
Jesús: Si reduces la humanidad a simple materia, a descendencia de causas naturales, estás quitando de las personas la igualdad y la dignidad. Por eso fue que yo pedí a los filósofos que miraran el rostro de un niño porque de ellos es el reino de los cielos. Quiero hablarte de algo trágico.
Hitler: ¿Por qué crees que tendría interés en oírlo?
Jesús: Horas después de tu muerte, Magda, la esposa de Joseph Goebbels, con la ayuda de doctores, envenenó a sus seis hijos antes que ella y su esposo se quitaran la vida. ¡Seis pequeñas criaturas! Seis más entre miles de otros sacrificados por una estratagema política. Tu violencia fue el resultado lógico de tu visión de la humanidad.
Bonhoeffer: Esto es algo en que los naturalistas nunca pensaron.
Jesús: En cierto sentido sí lo hicieron. Ellos hablaron algo sobre la violencia que podría venir como resultado de la vida humana a causas naturales. Sin embrago, no tenían el discernimiento espiritual para entender el caos que estaban introduciendo en el mundo al quitar las leyes de Dios y destruir lo sagrado de la vida.
Bonhoeffer: Recuerdo haber leído a Darwin y a Nietzsche. Ambos hablaban de la violencia que resultaría de sus teorías porque la naturaleza era "roja en dientes y garras".
Jesús: Sí, pero los herederos de su filosofía no lo llamaron por su nombre. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Inventaron términos y consignas que aludían a libertades mientras en realidad exclavizaban. Cambiando palabras creían que podrían cambiar la realidad. Los millones de vidas inocentes que se han perdido en discriminaciones éticas contra color y credo son inimaginables, aunque es la legítima consecuencia de una visión global del mundo basada en causas naturales. Y si así actúa la naturaleza, ¿por qué los políticos habrían de ser diferentes? Ellos nunca respondieron a la pregunta de cómo es posible hacer juicios morales en un mundo sin ley moral. El más grande precio que pagan es con sus hijos. ¡Adolfo, tus acciones fueron la consecuencia lógica de una mentira!


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Sería más fácil callarlo...

...pero sería lo más mezquino también. Me he topado con el referente más alto de amor que conozco... ¿cómo se entiende el amor sin compartirlo?